Hoy por
hoy nuestra sociedad vive en un entorno en donde la violencia se registra ante
nuestra percepción como algo normal y cotidiano. Esta costumbre la hemos ido
adaptando desde que prendemos la televisión por las mañanas y vemos las
noticias, en ellas se habla sobre guerras, homicidios, terrorismo y actos
vandálicos.
Hoy en
día, si un joven ve en las calles un muerto, ya no es de gran impacto visual,
ya que este esta tan acostumbrado a
vivirlo día tras día, que sería capaz de pasarlo por desapercibido.
Entonces
el nivel de violencia, podrimos pensar que es un acto que como tal podría
causar una llamada de atención para la juventud. Es por ello que podemos
indagar en este tema y reflexionar acerca del mismo.
La
violencia está presente en la sociedad desde que existe el hombre, e incluso,
esta misma le ha ayudado a transformar su entorno social, económico, político y
cultural. Por ello es preciso entender y saber cómo afecta a los jóvenes, los
cuales son los más expuestos, debido a los cambios físicos y psicológicos que
viven durante esta etapa de su vida.
Desde
1920, se han estado realizando estudios acerca del contenido violento que presentan
los programas de televisión, las películas en el cine, y más recientemente, el
libre contenido de las páginas en internet, y de su relación con el
comportamiento de los jóvenes en la sociedad. Todos estos estudios han
concluido que los jóvenes, al igual que los niños, tienen la tendencia de
imitar aquellos comportamientos (violentos o no) que observan de los diversos
grupos sociales en los que se relacionan.
Ahora
bien, si consideramos que estos grupos, en su mayoría son personas de edades y
gustos similares, podemos comprender que el contenido televisivo y
cinematográfico que observan es el mismo. Por tal, desarrollar conductas
parecidas y casi imitando estas imágenes y acciones. Esto no quiere decir, que
todos los programas que ven los jóvenes los volverán personas violentas. Sin
embargo, el entender la violencia como algo cotidiano y natural produce que los
observantes se vuelvan insensibles ante tales acciones. He aquí el problema,
saber cómo enfocar esas conductas: positiva o negativamente.
Para
entender la manera en que actúa la violencia audiovisual en los observadores,
recurriremos a la TEORÍA DEL APRENDIZAJE OBSERVACIONAL (Payne, 1995). La teoría aplica
a la violencia audiovisual nos dice que la gente puede aprender mediante la
observación de la agresión en representaciones de los medios de comunicación y,
en algunas condiciones, modelar su comportamiento. Señala que no sólo la violencia
en los medios aumenta la probabilidad de que el espectador cometa una agresión
o violencia, sino que además enseña al espectador cómo hacerlo.
La misma
teoría del aprendizaje observacional es estudiada, analizada y replanteada más
tarde por Albert Bandura (1969), quien diseño los cuatro procesos que conforma
el aprendizaje por observación, los cuales describimos a continuación:
·
Atención. Si vas a aprender algo, necesitas estar prestando
atención.
·
Retención. Debemos ser capaces de recordar aquello a lo que le
hemos prestado atención. Aquí es donde la imaginación y el lenguaje entran en
juego, guardamos lo que hemos visto hacer en forma de imágenes mentales o
descripciones verbales. Una vez guardados, podemos hacer resurgir la imagen o
descripción de manera que podamos reproducirlas con nuestro propio
comportamiento.
·
Reproducción. Debemos traducir las imágenes o descripciones al
comportamiento actual. Por tanto, lo primero de lo que debemos ser capaces es
de reproducir el comportamiento. Nuestra habilidad para imitar mejora con la
práctica de los comportamientos envueltos en las imágenes o descripciones
guardadas.
·
Motivación. Aún con todo esto, todavía no haremos nada a menos que
estemos motivados a imitar; es decir, a menos que tengamos buenas razones para
hacerlo. (Bandura, 1986).
Ahora
bien, explicado el proceso que sigue la Teoría del Aprendizaje Observacional,
se puede inferir que esta es la manera en que actúa la violencia audiovisual
cuando es expuesta frente al espectador.
Aunado a
la Teoría del Aprendizaje Observacional, existen otras teorías que nos ayudan a
explicar las consecuencias que se pueden producir al exponerse a la violencia
audiovisual. Algunas de estas teorías son:
§ TEORÍA DE LA
CATARSIS (Feshbach y Singer, 1971).
Sugiere que en lugar de que la violencia sea perjudicial en los medios de
comunicación, en realidad tiene un efecto positivo en la sociedad. El supuesto
central es que la gente, en el curso de la vida cotidiana, acumula
frustraciones. Sin una válvula de escape que corre el riesgo de llegar a ser
violento, o al menos agresivo. Entonces al observar la violencia en los medios
de comunicación se suelta un poco de esa tensión y las personas son menos
propensas a ser agresivas o violentas.
§ TEORÍA DE SEÑALES AGRESIVAS (Berkowitz, 1969).
Se basa en que la exposición a estímulos agresivos aumentará la activación
fisiológica y emocional, lo que aumentará la probabilidad de actuar con
violencia. En otras palabras, la
violencia pone la adrenalina, la cual fluye en nosotros, aumentando la
posibilidad de que seamos más agresivos o violentos.
Cuando
la violencia observada, se canaliza de manera positiva surgen nuevas ideas y
diversas formas de ayudar a la sociedad a erradicarla. El problema aquí es
cuando se canaliza de manera negativa surgen problemas de delincuencia,
adicciones, e incluso, homicidios.
Por tal motivo, la
violencia audiovisual debe de ser objeto de análisis, y las investigaciones
realizadas sobre ella deben de ser tenidas en cuenta, pues la televisión es uno
de los medios de comunicación más poderosos y cuyo poder de penetración, a
pesar del auge de internet, sigue siendo muy alto. Saber cómo investigar un
medio tan influyente resulta esencial para las ciencias sociales.